viernes, 18 de mayo de 2012

Viernes 18 de mayo

Interesante ha sido mantener una conversación con una compañera al acabar la jornada, en el centro, porque dentro de muy poco no nos pagarán el tiempo que le dedicamos fuera del centro; tiempo que no existe.
Vuelvo al "interés" de la conversación, porque tenía una visión distinta, y eso siempre ayuda. Coincidíamos en lo básico:
- Nuestro alumnos traen una pesada "mochila" familiar detrás
-El equipo directivo es el que se queda al final en la trinchera de este campo de batalla y eso marca un carácter.
Todo esto es algo que ya he mencionado en este blog y en momentos me ha ayudado a entender -que no compartir- el absurdo. Pero eso no justifica todo y aunque ella dice que prefiere un equipo docente "directo" en vez del sibilino y vago del curso pasado, no se trata de comparar lo malo, para ver qué es peor.
También afirmaba que a la jefatura de estudios le sirven las voces; le dan resultado. Craso error y al final ella lo admitió: sirven, en mi opinión, si es que de verdad sirven, para un caso muy puntual y concreto. No como medio sistemático de relación con las personas; porque nos mete a los alumnos y al profesorado en el mismo saco. Eso, sólo provoca crispación, además de minar la autoridad del docente.
Hablando del/de la susodich@, hoy me salpicaron sus rimas soltadas al aire:

Hay prevista una huelga en el sector de la educación para el próximo 22 y ayer, al ver en la sala de profesores una lista de compañeros que la iban a secundar, la borré porque ni está bien escribirla, ni es legal. Sé que en un centro como el nuestro, hace falta algo de previsión para que las cosas no se desborden, pero hay otras vías, ya probadas, de gran eficacia, como dejar "caer" entre los alumnos, la existencia de esa jornada de huelga. Mucho más eficaz incluso, que remitir algún escrito a la familia.
Pues bien: lo que ocurrió ayer lo resolvimos de una forma más o menos jocosa ("¡como te vea borrar de nuevo la lista, te corto la mano!) y no lo reflejé en el diario. Pero hoy, cuando llegué, la lista no estaba; alguien la había borrado. Pensé incluso, que había sido él/ella, después de una noche de reflexión. Pero no: entró en la sala de profesores y al percibir la ausencia de la mencionada lista se me lanzó:

- TÚ -dirigiéndose a mi- ¿YA BORRASTE DE NUEVO LA LISTA?.
(Negué con la cabeza)
- Pues si no has sido tú, seguro que se lo has mandado hacer a alguien.
Le comenté -pero no me escuchó- que ya somos todos mayorcitos, para que nos digan lo que tenemos o no tenemos que hacer. Y empezó a largar, como sólo ella/él sabe hacerlo.
Ya al final, cuando volvía a su despacho, dio media vuelta para espetar:
- ¡Y tienes un cuerpo muu chico para tan mala leche!
Lo repitió cosa de tres o cuatro veces delante de l@s compañer@s, no dejándome otra salida más que la sutil ironía de don Latino de Hispalis:
- Desde luego, todo en tu boca es canción

Se alejó diciendo no sé qué...



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