viernes, 1 de junio de 2012

Viernes, 1 de junio

¡Comienza el último mes!
Sólo deseo que no se haga tan largo... como aparenta que va a ser

Vinieron los padres de la criatura y entre la tutora y yo nos repartimos "las tortas". Me aconsejaron no estar solo y fue un acierto:
En un principio la compañera comenzó atacando y me pilló descolocado. Luego lo entendí: se llama "experiencia de batalla". Tenía pensado levantarme e irme en cuanto el/la angelit@ comenzara a negar cosas. De hecho me puse en pie a las primeras de cambio pero la compañera, sabiamente, siguió con su estrategia y cuando el/la pupil@ se vio acorralad@, se marchó dando un portazo.
- Hace lo mismo en casa (justificó la madre). Pero ella también traía preparado su armamento y comenzó a lanzarlo: Que es un/a niñ@ especial y aquí no sabemos tratarlo, que nunca había dado problemas antes, que mis clases no se dan como se debería, o por lo menos, como ella recuerda que se daban, que su retoño al final siempre le cuenta la verdad, contrastada, por supuesto con los amigos de la criatura, etc, etc.

Cuando la compañera tuvo que volver a su clase (desde aquí le doy las gracias a ella y al compañero de guardia) no me quedó más remedio que acudir al padre -¡sí, el padre también estaba allí y se ruborizó cuando su hij@ se largó de aquella manera!- Me habían comentado que era de carácter pusilánime, pero a lo mejor sólo es como yo: un güevazos y un flojo, como me han tildado en este centro. Quizá su falta de ánimo para tolerar la situación familiar, es similar a la mía para tolerar la situación profesional; y esa empatía momentánea me hizo dirigirme a él para cortar el monólogo de la madre:
- ¿Usted no tiene nada que añadir?
Dijo que no. Y aquí su mujer le dio la puntilla con una mirada que echaba rayos:
- ¿No tienes nada qué decir??
Y él volvió a negar.

Me levanté y dí por concluida la reunión

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