Por las fechas en las que estamos, esas exclamaciones encuentran parangón con un gol de la selección española, en un sitio público, que haría a todo el mundo acercarse a la pantalla del televisor.
En este caso he tenido la "suerte" de ver el acontecimiento en todo su apogeo, desde la ventana del aula: uno de los alumnos, siempre más interesado en lo que ocurre fuera que dentro, hizo la proclama pertinente. Yo estaba en la mesa del profesor y sólo tuve que girar la cabeza para ver a dos alumnas agarradas por el pelo. Se estaban "moñeando", como dicen por aquí.
De forma opuesta a la última pelea acontecida entre chicos y de la que salí escaldado, en este caso, cada una tiraba para sí; tiraba para sí de la cabellera de la otra. Y viendo las dificultades de la profesora para separarlas, me acordé de algo escuchado en la radio no hace mucho: hablaba de cuando mucha vida y conflictos se libraban en la mar y saber nadar no era un requisito esencial para poder enrolarse. Los marineros, entre otras razones, solían llevar la melena larga, por ser la mejor parte de "agarre y tiro" en el caso de caer al agua.
Ahí están las dos, cada una tirando p'a su lado, la profesora tratando de romper la maraña, mano que se escapa y bofetón a la intermediaria
¡Estaba escrito!
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