viernes, 15 de junio de 2012

Jueves, 14 de junio

Ayer tenía pensado escribir una miscelánea de pequeñas cosas. Pero a fecha de hoy sólo recuerdo dos llamativas:

La primera aconteció en la guardia: normal; como las ya descritas hasta la fecha. Pero en un aula, que mantenía la puerta abierta para evitar que a los alumnos "les entre angustia", las cosas se alteraron un poco. Tras veinte minutos -laaargos- la compañera de guardia me comentó que la profesora que intentaba hacerse escuchar se estaba encontrando desbordada. Nos acercamos a echar un cable y vimos algo parecido a lo acontecido con la burbuja inmobiliaria: un grito trataba de acallar otro previo, que había sido solapado por otro chillido anterior, que corregía el segundo, que se había elevado sobre el primero.
Conclusión: la burbuja estalla y la profesora se tiene que salir del aula porque "no puedo respirar". Se queda un momento con la compañera fuera y yo me quedo dentro del aula. Los alumnos, al darse cuenta de lo que han provocado, tratan de enmendarlo dándose más voces y buscando consuelo para la víctima: ¡UN SOBRE DE IBUPROFENO QUE UNA ALUMNA TENÍA EN LA MOCHILA! (¡Como lo cuento!)

El otro evento a destacar fue con la clase Excente; o mejor, con la no-clase: sólo había visto un alumno en las primeras horas. Pero cuando me tocó, no acudió nadie. Estaba el aula como si acabaran de pasar las señoras de la limpieza. Me cercioré pese a todo, preguntando a los compañeros. Nadie.
Entré en el aula, cerré con llave por dentro, respiré hondo... ¡y me puse a dar botes, como un niño el día de reyes!

Ya sé: no debería contar estas cosas; un tipo raro

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