lunes, 30 de enero de 2012

Martes 25 de octubre

Escribir lo que aconteció en el día de la fecha no fue una experiencia grata. Ahora de nuevo,cuando "me toca" subirlo al blog me siento incómodo; me están sudando las manos, literalmente, ¡pero vamos a ello!

¡Hay días queee.....! y hoy ha sido uno de esos:

Primera clase de la mañana (8:30)
Se han incorporado l@s dos alumn@s que, al día de la fecha, llevan más del triple de días expulsad@s que dentro del aula.
Pues bien: mientras estaban los alumnos tomando asiento para el comienzo de la clase, a un/a alumn@ diagnosticad@ con ....... no se le ocurre otra cosa que sacar su portátil de la mochila. Con falta de reflejos por mi parte, en seguida, l@s dos "joyas" que he mencionado antes, se lo piden y él/ella accede a regañadientes. Ya empieza el problema. En ese momento pienso: " a est@s individu@s sólo l@s he tenido tres días en clase. En el primero fue expulsado un/a de ell@s. En los otros dos días han estado tranquil@s, escuchando música en uno de sus múltiples móviles, y han dejado que los pocos alumnos que quieran recibir un poquito, puedan hacerlo. Deben haber pasado ya cinco o seis minutos desde que tocó el timbre, hay mucha clase por delante y opto por esta vía, pensado que "es demasiado pronto para armar jaleo". Hablo con el/la alumn@ propietario del portátil:

- ¿Qué te parece si se lo dejamos diez minutos, que escuchen un poco de música...?

Ella/Él accede y comienza la clase con la fecha, dudas, corrección de ejercicios... Cuando pasan esos diez minutos les pido el portátil y ell@s reclaman diez minutos más, a lo que el/la chaval/a, accede de mal grado; se empieza a poner nervios@. No se atreve a pedírselo por miedo, según me dice. Le comento que lo mejor es que el final de la clase me lleve el ordenador a la sala de profesores y esté allí toda lo que resta de jornada, para evitar más problemas en las siguientes horas. Ella/Él accede, pero empieza a llorar y a decir que el portátil es suyo. Se levanta y empieza a andar por la clase. Pido educadamente el ordenador a la pareja, para evitar males mayores y volver a calmar a la clase, "que es muy temprano", les observo yo. Cuando trato de coger el portátil uno de ell@s se levanta y lo protege con el cuerpo con el ya clásico "¡a mi no me toques!". Decido "no tocar nada" y me dirijo al propietario del "problema" para calmarlo. Lo consigo, pero ya hay varios alumnos que a estas alturas se han animado y se empiezan a levantar.
Queda un cuarto de hora y pienso que podré salvar la clase, cuando, de repente, empieza a sonar música a todo volumen procedente del portátil. Decido zanjar el asunto y recogerlo. El/La que antes me había impedido hacerlo forcejea, se queja de que le he hecho daño en un dedo, se levanta, me empuja y me llama ¡gilipollas!. Estamos muy cerca  y le reto (después, me dí cuenta de lo tonto que puedo llegar a ser) a que me vuelva a empujar, cosa que, sin dudarlo, hace. No sé qué pretendía, porque sólo me queda volver a mi mesa con el maldito portátil y tratar de escribir los hechos fundamentales de lo ocurrido para el pertinente parte grave, pero no puedo: me tiembla la mano y tengo la boca seca. Trato de bajar el ritmo respiratorio, abro las ventanas y la puerta de la clase para que corra el aire y de paso me cercioro de que hay algún compañero de guardia cerca, por si se complica el asunto.  No hizo falta. Suena el timbre y el/la dueñ@ del portátil se quiere quedar con él pese a todo. Accedo, a la espera de mi charla con la Directiva para comentarle lo ocurrido.

(Continúo en otro rato)

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